Los asientos son terriblemente incómodos. Íbamos en clase turista y pagamos un precio premium, pero los asientos eran de lo peor. Se podía sentir cada barra estructural en el asiento, no había acolchado, no había kit de amenidades, y los reposapiernas estaban rotos. Había cinta adhesiva sujetando otro asiento. Cuando llegamos a nuestro destino final, Venecia, mi maleta estaba rota y mi ropa estaba a punto de caerse. Habría estado más cómodo si hubiera cruzado el Atlántico en un avión de papel.